Travesía ártico canadiense: Lago del Gran Esclavo
En Marzo de 2007 junto con mi amigo Antonio y el cámara y productor Javier Campos, colaboré con un programa de Canal Sur: Andalucía Aventura, nuestro objetivo era cruzar el Lago del Gran Esclavo en Canadá, una travesía de 150 kilómetros aproximadamente sobre el agua helada, nunca imaginé que aquello sería tan duro, he visto que recientemente han subido el vídeo del programa, así que aprovecho para comentaros algunos detalles extraídos de la memoria que en aquel entonces hice, por si alguien se anima, la actividad donde más vulnerable me he sentido, no quiero ni pensar cómo sería Polo Norte.
Algunos datos
- Localización: Territorio del Noroeste de Canadá, con una extensión de dos veces y media la de España. La capital es YellowKnife.
- Lago del Gran Esclavo: Por extensión es el décimo del mundo, es superior en dos veces y media a la superficie de la Comunidad de Madrid.
- Objetivo: Cruzar el lago de Norte a Sur, desde Fort Resolution hasta YellwKnife, en total unos 150 km en línea recta.
El viaje
Después de muchas horas de vuelos y aeropuertos, llegamos a Yellowknife nuestro punto final de la travesía, allí hacemos unas compras de última hora, y por la noche salimos en autobús hasta Hay River, y desde allí hasta For Resolutión nuestro punto de partida, las carreteras están siempre heladas y la conducción es lenta, así nos da tiempo para ver búfalos en la cuneta de la carretera y la habitual aurora boreal que nos acompañaría todas las noches.
Condiciones ambientales
La temperatura durante la realización de la actividad osciló entre los 15 y 37 grados centígrados bajo cero, con una humedad relativa del 70% al 90% y una velocidad de viento continuo de entre 10 a 20 nudos (viento flojo entre 18 y 37 Km/h), dando como resultado una sensación térmica inferior a la marcada por el termómetro que llevábamos.
Navegación
Llevábamos tres GPS, uno por persona, para economizar las baterías, sólo encendíamos uno, que empleábamos para orientarnos, lo cual era difícil al no existir puntos de referencia en el horizonte.
La travesía
En For Resolution comenzamos la travesía hacia Yellowknife guiados por un GPS más otros dos que teníamos de repuesto, el primer día apenas avanzamos 11 Km. los rigores del viento y la temperatura de unos -30 a -40 grados hicieron del avance una lucha continua.
Por la mañana nos levantábamos temprano 5:30 preparábamos el desayuno, pero hasta que no subía la temperatura a – 20 º C dentro de la tienda no comenzábamos a vestirnos, esta tarea era siempre uno de los peores momentos del día, después en la travesía todo era monótono, sobretodo viendo que a pesar de nuestros esfuerzo no avanzábamos lo que en un principio habíamos pensado, así que nos replanteamos aumentar los horarios de marcha a un total de 10 a 12 horas.
Conforme nos íbamos acercándonos al centro del lago la sensación de aislamiento iba aumentando, una vez perdimos la orilla no teníamos referencias para orientarnos, a pesar de que el GPS nos indicaba el rumbo, la flecha era muy pequeña como para concretar en un horizonte que nos parecía infinito.
Los días del centro del lago y hasta el final de la travesía iba aumentando la tensión por el desconocimiento del medio, este no era otro que el continuo crujir del hielo, unas veces a nuestro paso y otras veces cuando estábamos dentro de la tienda, el silencio de la noche hacía que oyéramos hasta el paso del agua debajo nuestra con más intensidad. Una de aquellas noches recuerdo que salimos del saco de dormir en plena oscuridad al oír un gran crujido, sólo después de inspeccionar los alrededores de la tienda y ver que no había grietas volvimos al saco de dormir, los siguientes días dormíamos cada vez menos y calzados, por si acaso, las pulkas que arrastrábamos servían también de pequeña embarcación.
La concentración continua en un punto casi imaginario que nos guiaba a nuestro destino, el equipo de abrigo que nos aislaba totalmente del exterior, la falta de conversación, diez horas de marcha diaria o más y la incertidumbre del hielo a nuestros pies, ha hecho de esta travesía una de las más duras que hemos realizado tanto físico como psicológicamente.
El frío no era como conocíamos en la montaña, estábamos a unos 200 metros sobre el nivel del mar, encima de una gran masa de agua, el nivel de humedad, era de más del 90% los -30 grados habituales nos helaban hasta dentro del saco de dormir, con el paso de los días se fue humedeciendo y al final quedó mojado, no había ninguna posibilidad de secar nada, y todo lo que se quedaba húmedo se congelaba, la única fuente de calor éramos nosotros mismos. El sudor se congela entre las capas de ropa, hay que cepillarlo pronto para evitar que humedezca la ropa cuando estamos en la tienda, después la forma de secar las prendas era dejárnosla puesta dentro de la tienda para que fuera evaporando la humedad.
Desde que vimos la orilla hasta que llegamos a ella tardamos tres días, mientras nos acercábamos, con nuestro ritmo incansable, nos imaginábamos una buena ducha, en un hotel caliente, junto con un desayuno en la modalidad del “minero” u otro del “hombre hambriento” que se encontraba en el menú de la cafetería del hotel, lo mejor es que al final se cumplió.
Material
Llevábamos la ropa normal que nos ponemos en Sierra Nevada, solo que más capas, lo más destacable es que todo es importante, si el viento se lleva algo lo pierdes, no eres capaz de seguirlo, la cocina es importante llevarla de gasolina y que tenga una buena llama, nosotros levamos de gas y apenas pudimos hervir el agua, sobre las gafas de sol si la temperatura está en -15 o -20 esta hace que sientas cómo la humedad del ojo se congela, pasas mucho frío aunque que vengan con protecciones, si llevas de ventisca en cuanto se empañan se congelan, en poco rato no ves nada, los últimos días íbamos sin ellas puestas, mirando a través de los tapabocas o bufandas tubulares.
Si te dejas algo sin cubrir al final se congela por lo que es importante no aguantar y desde el primer momento resolver cualquier incidencia por mínima que parezca, una pequeña parte la cara se me quedó sin tapar y sufrí congelaciones en poco tiempo.
Rigores de la grabación
Javier Campos era el cámara y productor de la serie, también el que más esfuerzo hacía y el que verdaderamente tenía experiencia en este tipo de situaciones, a parte de la actividad física no podíamos olvidar que teníamos que grabar, lo que requería repetir algunas situaciones y añadir más esfuerzo si todavía cabe a la expedición, los primeros días el visor de la cámara se congeló, esto sumó mucha más incertidumbre a todo, Javier veía cómo la cinta se movía, pero no podíamos saber si realmente estaba grabando en ella.
Grabamos al principio y al final de la travesía, por el centro sólo pensábamos en pasarlo rápido.
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